Premio Jóvenes Talentos Booket con el relatoUna deslumbrante muestra de
esplendor heterogéneo, vuelto a publicar en la antología de jóvenes
narradores Bajo Treinta (Salto de Página, 2013, selección a
cargo de Juan Gómez Bárcena). Ha publicado relatos en las antologías La
vida es un bar. Cuentos de noche. Malasaña (Amargord, 2011), Black
Pulp Box (Aristas Martínez, 2012) o en revistas digitales como Playground, Kamchatka (esta
última perteneciente a la Universidad de Valencia) o la revista Quimera.
Ha traducido, entre otras cosas, las novelas Richard Yates de
Tao Lin (Alpha Decay, 2011),Robar en American Apparel de Tao Lin
(Alpha Decay, 2012) y La dieta de los no hola de Sam Pink
(Alpha Decay, 2013).
Link a la reseña de Fábula de Isidoro:
ENTREVISTA
IDR. ¿Cuáles fueron tus inicios en el
mundo de los libros y quién te empujó a él?
JFT. Gocé del privilegio de nacer en
una casa llena de libros y al lado de una madre empeñada en hacer de mí un
lector, lo cual supone más de la mitad del trabajo. Mi padre siempre reivindicó
la escritura frente a los futuros suculentos que yo, a los once o doce años,
iba proponiendo para mí: notario, físico nuclear y más cosas. Creo que sus
palabras fueron “no te dediques a apretar tornillos”.
IDR. ¿Cuál es el primer libro que
recuerdas que te marcara especialmente?
JFT. Me cuesta mucho encontrar un
recuerdo en ese magma de Barco de Vapor, fantasía épica y novelas de Terry
Pratchett. Un primer libro apabullante fue sin dudaRomancero gitano de
Lorca, que andaba rodando siempre por casa y que me parecía un maravilloso volumen
de conjuros, es decir, lo mismo que me parece hoy.
IDR. ¿Qué te consideras antes: lector
o escritor?
JFT. Debe de haber doscientos
aforismos sobre el modo en que el escritor es a la vez el primer lector de su
obra o acerca de ese lector ideal que hay que fabricar para escribirle a él una
novelita. Luego están los que dicen que uno escribe la novela que quisiera
leer, es decir, que uno fabrica un autor a su propia medida. Creo que, como en
cualquier acto comunicativo, uno es a la vez emisor y receptor. En todo caso,
me da mucha tiricia llamarme a mí mismo escritor porque ni vivo de esto ni mi
obituario saldría en los suplementos culturales. La gente se podría confundir.
IDR. Fábula de Isidoro es
una novela compleja, incluso bizarra y violenta, que remueve cimientos e invita
a segundas lecturas. ¿Cómo está reaccionando el público?
JFT. Se tiende a tomar al lector por
medio tonto: “esta novela no es para el lector medio” es un ejemplo de las
barbaridades que se pueden decir a la ligera. Pero muchas de las personas que
me han hecho comentarios sobre la Fábula (sobre todo los
lectores más jóvenes y desprejuiciados) tenían una idea bastante clara de los
mecanismos que estaban actuando en la novela: personajes que cambian de nombre,
espacios inconcretos en su concreción; también la sensación fabulesca, en la
medida en que casi todos los elementos de la novela tienen más de estructura y
de carácter que de simulación psicológica o de gran engranaje narrativo, aunque
sean versiones muy tergiversadas y esperpénticas de los procedimientos de la
fábula. Estos lectores no solo han reconocido muchos de los fundamentos del texto
sino que se han echado unas buenas risas con él, lo cual parece un síntoma muy
positivo.
IDR. En la novela atacas al lector
con múltiples tabús, en un ambiente apocalíptico y onírico que no permite
réplica, sin saber muy bien qué es más condenable o si, en realidad, existe el
bien y el mal. ¿Qué tratabas de provocar?
JFT. Últimamente digo que la Fábula es
una novela social, aunque en el texto no me da la gana acudir a palabras como
“bipartidismo” o “desahucio”. Si el que escribe no está comprometido con la
escritura, difícilmente podrá estar comprometido con cualquier otra causa. Una
novela que hable de política en sentido profundo no puede dejar de cuestionar
moralmente incluso al autor, lo cual es difícilmente compatible con según qué
registros que me parecen llenos de vanidad y que se deben más a tendencias
periodísticas que al diálogo con la tradición y al cuestionamiento de la misma.
IDR. Fábula de Isidoro es
una obra dura y oscura, incluso morbosa, ¿cómo haces para que tus historias no
te afecten?
JFT. Creo que casi cualquier persona
sensible y despierta que viva en nuestra sociedad está tan jodida que este
texto es incapaz de levantarle una ceja. Es así en mi caso: si pienso enIsidoro pienso
en sufrimiento más bien diluido, convertido en entretenimiento para el lector,
pero no en el Horror Verdadero. Estoy seguro de que en España afecta más a la
materia del alma ser autónomo, parado o guitarrista que escribir una cosa como
la Fábula.
IDR. Si tuvieras que resumir la
moraleja de la novela, ¿cuál sería?
JFT. Creo que si pudiera hacer eso no
habría escrito la novela y habría escrito un párrafo en Facebook. Una parte
importante de la intención del texto es desactivar cualquier posibilidad de
moraleja veloz o satisfactoria. En este sentido, cuando hablé del texto con los
editores insistí en que se trataba de un texto insatisfactorio y tirando a
incómodo. Me parece la actitud más responsable teniendo en cuenta que cualquier
persona lee diariamente en las redes sociales unas doscientas opiniones más
rígidas que las tablas de Moisés.
IDR. ¿Por qué estos personajes? ¿Cómo
fue la creación de Isidoro, Wynston, el Alférez y los demás?
JFT. Pensaba en personajes
cuestionables y que no fueran de fiar. Los hay totalmente carentes de interés,
como Wynston, pero también los hay sofisticados, construidos a partir de
referencias culturales y de gestos, como Isidoro o el Alférez, inscritos en una
misma especie de jerarquía celestial o demoníaca. Tienen que ver tanto con
pinturas de arcángeles arcabuceros como con la monja guerrera y travesti
Catalina de Erauso.
IDR. La locura es parte del ambiente
y de todos los personajes. Todos sufren su propio mal y egoísmo, todos cometen
faltas, pero ¿cuál sería para ti el peor de todos?
JFT. No lo sé, intento tratar a todos
con cierto cariño, aunque se puede apreciar en el texto que no tengo mucho amor
para el mundo académico. Isidoro también es bastante mal tipo, la verdad.
IDR. ¿Crees que hay solución? ¿O
estamos condenados al fracaso y la estupidez como enFábula de Isidoro?
JFT. Creo que esta novela se parece
más a la fotografía fantástica de un momento concreto y lamentable. Tampoco
creo que estemos peor que nunca, tampoco, mirando los porcentajes de
alfabetización y de escolaridad. No tengo una gran opinión del siglo XXI, pero
sí tengo una opinión fuerte acerca de quienes querrían haber nacido en el siglo
XIX. En fin: quizá dentro de dos o tres mil años podamos celebrar alguna cosa.
IDR. ¿Cuál crees que es el papel del
escritor en la sociedad actual?
JFT. Escribir lo mejor posible, que
ya es bastante.
IDR. ¿Cuál es tu método? ¿En qué te
inspiras? ¿Qué haces antes de ponerte a escribir?
JFT. No soy excesivamente metódico,
pero la acción y la expectativa son muy importantes para mí, así que cada vez
que planteo una narración termino haciendo esquemas llenos de flechas y líneas
de tiempo por todas partes. Si no hago eso soy incapaz de recuperar esa
sensación de linealidad con la que en principio va a experimentarse el texto
una vez acabado. En Cómo se pinta un dragón, José Ángel Valente
habla de la gestación en el Tao y de que la edad se cuenta allí a partir de la
concepción, no del alumbramiento. Luego cita a Carlos Drumond de Andrade: “vive
con tus poemas antes de escribirlos”; yo intento hacer eso, es decir, pienso
mucho antes de escribir y no me siento hasta que no tengo un párrafo cerrado.
IDR. ¿Algún proyecto del que pueda hablarnos?
JFT. Una novela en la que no todos
los personajes son despreciables. Me cuesta muchísimo terminar un texto, así
que no tiene mucho sentido hablar de esto ahora: nos vemos en un par de años o
así.
JFT. Hay un comentario de Umbral
acerca de Cela en el que dice algo parecido a lo siguiente: en una novela, lo
que no es escritura tampoco es nada. En general me molesta ver una prosa
prevista y endeudada hasta las cejas. Creo que la palabra, la acción y la
expectativa son tres unidades básicas, llenas de resonancias y connotaciones, y
con ellas habría que establecer un combate honesto y hasta las últimas
consecuencias (que tampoco serían muy graves, teniendo en cuenta que la
escritura es una actividad por lo general sedentaria y tranquila).
IDR. ¿Qué le recomendarías a un autor
novel que busque editorial para su manuscrito?
JFT. Que envíe correos en los que el
peso de su propuesta recaiga exclusivamente sobre el manuscrito y no en notas
introductorias llenas de fantasía y humor. Que no envíe poesía a editoriales
que no publican poesía.
JFT. Un ciclo de textos de Cela
titulado A la pata de palo, que era de mi padre y viene con unas
ilustraciones muy inquietantes; un regalo fantástico llamado Critical
Theory Today de Lois Tyson yCoño potens de Diana J.
Torres. Un buen potaje.
IDR. ¿Nos recomiendas algún título?
JFT. Cualquier cosa que tenga
carácter. Cárcel de amor de Diego de San Pedro es como una
película de Tim Burton escrita en un castellano tremendo y cósmico. Ágape
se paga, de William Gaddis, está llena de dolor de glándula pineal. El
cuento de OnettiBienvenido Bob, dentro del cual es imposible fiarse de
nadie.
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Isabel del Río
Julio 2016
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