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jueves, 7 de julio de 2016

Reseña "Maldita Verdad" de Empar Fernández


TÍTULO: Maldita Verdad
AUTOR: Empar Fernández 
EDITORIAL: Versátil

SINOPSIS
Desde su divorcio, hace ya varios años, Olga Bernabé convive con su hijo Daniel, que se ha convertido en un desconocido de 17 años con el que apenas cruza alguna palabra. Una noche de finales de septiembre, Olga regresa a casa a medianoche, agotada tras una larguísima jornada en el hospital en el que trabaja y sintiéndose más sola que nunca. Comprueba que Daniel no ha cenado y que está acostado en su habitación con los auriculares puestos. Decide no despertarlo, pero lo que descubrirá al día siguiente la impulsará a conocer la auténtica vida de su hijo.
De la mano de Raul Forcano, un investigador en ciernes, retrocederemos en la vida de los protagonistas, hasta llegar a un suceso que quizás sea mejor seguir ignorando. Conocer la verdad resultará para los implicados una verdadera maldición.

OPINIÓN
Hoy os quiero hablar de un libro que escogimos para el Club de Lectura de abril, se trata del nuevo título de Empar Fernández, autora que ya ostenta el título de "reina de la novela negra catalana". 
Maldita Verdad es la novela que cierra la que, en su anterior visita al Club de Lectura, la autora definió como la trilogía de las emociones. 
En esta ocasión encontramos la dramática historia de una madre que halla muerto a su hijo adolescente. Aparentemente se ha suicidado, peor no había indicios de que el joven sufriera depresión, ni tampoco encuentran nota de suicidio. Raúl, un joven de 30 años que está a punto de conseguir su licencia para convertirse en Investigador Privado y anda liado arreglando el piso que ha de ser su despacho, será el encargado de indagar en la vida del fallecido para poder ofrecer la verdad a su madre, o al menos los motivos de su muerte para que la mujer pueda estar en paz y seguir con su vida.
"La puerta de Daniel estaba entornada, no cerrada. No la cerraba nunca, no necesitaba confinarse, se limitaba a blindarse a sí mismo. Olga la empujó unos centímetros, los justos para entrever el cuerpo de su hijo a la luz del corredor. Daniel se había estirado sobre la cama completamente vestido y con las deportivas todavía en los pies. Ni tan siquiera se había aflojado los cordones (...). Cada vez más cosas de Daniel la superaban. Una de ellas era ese encerrarse en sí mismo que al parecer era algo habitual en los chicos de su edad y que a ella la sacaba de quicio".
En la obra, Empar trata muchos temas escabrosos, de esos que todos somos levemente conscientes pero de los que no queremos oír hablar, como por ejemplo la idea que tenemos de la adolescencia, el sufrimiento y los cambios que se pasan en esa edad y los oídos sordos —y ojos ciegos— de los adultos que los rodean, asqueados por su comportamiento, pensando que "es algo normal y ya pasará". 
"«Será usted bueno en lo suyo», había añadido antes de perderle de vista. Raúl quería creerlo, lo intentaba, de hecho las palabras le venían una vez y otra a la cabeza. Quizás era cierto, solo esperaba con todas sus fuerzas que en adelante los casos resultaran algo más fáciles, menos delicados, que no comportaran tener que decidir entre lo malo y lo peor".
Empar, como ya hizo con sus anteriores historias, rompe con el estereotipo de novela negra, aunque en esta ocasión regresa a un personaje clásico, el investigador privado, pero fuera de contexto. Un investigador que, por su propia situación, puede comprender mejor a la víctima.
"A ojos del desconocido y de sí mismo él no era más que otro mierda. Uno más. Uno de tantos. El mundo estaba lleno de gente como él, capullos de mierda que nunca protagonizarían acto heroico alguno. En cada rincón, a cada paso. Miles y miles de capullos de mierda que apenas conseguían ir tirando y que no lograban entender de qué iba este maldito mundo".
He de decir que la escena inicial me ha puesto los pelos de punta, pensar en cómo alguien puede enfrentar una escena así es algo que se me escapa de las manos. Es desbordante. Pero según avanzamos en sus páginas y descubrimos 'la maldita verdad' comprendemos que el horror no había hecho más que empezar. No hablo de un horror macabro y sangriento, sino de algo más íntimo y emocional, una historia que te hace plantearte muchas preguntas y remueve nuestra conciencia, pues ¿hasta dónde podemos llegar por proteger a alguien querido? ¿Cuánto peso puede acarrear un alma? ¿Podemos hacer justicia por nuestra cuenta? ¿Y dónde termina el sentido de supervivencia y empieza el crimen?
Los personajes secundarios ofrecen distintos puntos de vista sobre todas estas cuestiones y miradas múltiples sobre los resultados posibles. 
"Alejandra, con la taza de café entre los dedos, se situó a su espalda unos instantes y se inclinó hasta que su barbilla se apoyó en el hombro de Raúl y su cabello le rozó el cuello. Al joven un escalofrío le recorrió la espalda de arriba abajo al sentirla tan cerca e intuirla tan y tan bella. Como si una lagartija avanzará veloz sobre sus vértebras cervicales, se perdiera entre sus omóplatos y alcanzará el final de su espalda. No pudo evitar tensarse como lo haría ante un peligro inminente".
(SPOILER) Raúl terminará por resolver el caso, pero ¿podrá ofrecer las respuestas que espera su clienta? ¿O tendrá que dejar la ética profesional a un lado y mancharse las manos?
"—Yo solo quiero responder a mi cliente con...
—Sí, ya, con la verdad... —repitió Carreras—. Bonitas palabras. La verdad, la ley, la justicia... Suenan bien, siempre suenan bien. Ahora me dirás que trabajas para que se haga justicia. ¿No es así?".
Una lástima las erratas que encontramos a lo largo del libro.
Una novela ágil que nos adentra en la mente de un niño, de un joven y de aquel que ha de desentrañar su muerte.
Recomendada a los amantes del thriller y la novela negra, y para todos aquellos que tengan ganas de leer una historia llena de grises.

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Isabel del Río
Abril 2016


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