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miércoles, 3 de febrero de 2016

Entrevista a Paco Inclán


Paco Inclán, 1975. Zurdo. Psicogeógrafo rururbano, por decir algo raro. De Godella, un pueblo del extrarradio de Valencia. He pasados varios años viajando de aquí para allá con diferentes proyectos, por citar un par: dieciocho meses en un proyecto radiofónico con emisoras comunitarias en la frontera entre Ecuador y Colombia. Y soy el mayor experto sobre catalanes que jugaron a pelota vasca entre 1924 y 1952, algo que no me ha servido para nada, solo para contarlo. No quiero whatssap. Desde el año 2008 soy el editor de la revista Bostezo (www.revistabostezo.com), desde donde han surgido otros proyectos editoriales y culturales. Organizo saraos, aunque juraría que quiero dejarlo.

Link a Reseña Tantas Mentiras:
http://laodiseadelcuentista.blogspot.com.es/2015/12/resena-de-tantas-mentiras-de-paco-inclan.html

ENTREVISTA
I. ¿Qué eres primero: lector, periodista o escritor?
PI. Me veo como uno del pueblo que escribe. Estudié periodismo pero nunca me he adaptado al oficio al modo canónico. Prefiero lo de escritor, que es como más libre y a tu aire, sin ataduras. Y soy un lector disperso. Supongo que va todo junto.
I. ¿Cómo se te encendió la llamita para Tantas Mentiras? ¿De dónde surgió la idea?
PI. No hubo una sola llama, fue más bien un incendio prolongado, un proceso lento, años viajando, metiéndome en líos, tomando notas, contando esas historias y otras a los amigos en barras de bares, dejando que ellos las mejoraran con sus aportes. Encontré cierta coherencia en los relatos que componen Tantas mentiras. Fueron tomando forma a través del tiempo hasta que tuve la oportunidad de estar tres meses únicamente dedicados a terminarlos. Empecé otros, pero al final se publicaron los que di por concluidos.
I. Después de leer Tantas Mentiras no puedo dejar de dar vueltas a cuánta realidad hay en sus historias y cuánta ficción/metáfora.
PI. Prefiero dejarlo al criterio de cada lector. Todas las historias y los personajes parten de una dimensión real, incluida su lado fantasmagórico-ilusorio, que también considero parte de la realidad. No sé escribir desde la imaginación, tengo que experimentar previamente lo que narraré después. Pero una cosa es vivirlas, otra recordarlas y otra narrarlas. Al final es la mirada del lector la que decide qué veracidad le otorga a cada historia.
I. En parte crónica de viaje, en parte crítica sagaz, pero también un acto de nudismo emocional y moral. ¿Cómo te sientes siendo inspeccionado —y diseccionado por los lectores?
PI. Pues prefiero no planteármelo durante el proceso de escritura, que tiene que fluir lo más libre posible. Cuantas más barreras te pones a la hora de contar historias más las reprimes y eso acaba afectando a la narración. Cuando escribo no pienso en que me van a inspeccionar o diseccionar; una vez publicado, me atengo a las consecuencias. No me queda de otra.
I. Jekyll&Jill ha mimado y cuidado tu obra y, a pesar de que es una editorial independiente, ha logrado colocarte en un buen lugar a la vista de los lectores, crítica y libreros. ¿Cómo es trabajar con ellos?
PI. Me quito el sombrero con Jessica y Víctor, los Jekyll&Jill. Arropan mucho a sus autores y sus títulos, cumplen una función de editores que es imprescindible. Lo que están haciendo es muy grande, toda una aventura editorial. Trabajo muy cómodo con ellos.
I. Como comento en la reseña, uno de los relatos que más me gusta es el de la (des)escritura de tu primera novela. Sinceramente, me parece brillante y creo que con muchas historias podríamos hacer lo mismo. ¿Realmente te sucedió tal como explicas en el relato? ¿No fue duro un trabajo así?
PI. Sí, fue un proceso alargado en el tiempo. La novela llegó a tener una versión de trescientas páginas que no me satisfizo. Empecé a trabajarla en un proceso que se alargó seis años hasta que descubrí que lo que había intentado contar en trescientas páginas lo podía cristalizar en tres frases. Es una reflexión sobre el cuidado que hay que darle a cada historia, no darla por terminada hasta que la consideres lista para compartirla con lectores y lectoras. Y sí, coincido en que hay mucha novela a la que le sobran muchas páginas.
I. Otro de los relatos que me apasionó fue aquel en el que encontramos a ese hombre deshumanizado, o animal con rostro de hombre, que se muestra como obra de arte y bofetada realista. ¿De dónde sacaste la idea?
PI. Bueno, es una historia con mucha dosis de realidad. Estuve becado durante tres meses en California, en la residencia artística Montalvo Arts Center que sirve de escenario de ese relato. Durante esos tres meses sucumbí en un delirio creativo sin preocuparme de asuntos mundanos. De hecho, allí fue donde perfilé los relatos que forman Tantas mentiras. En esta historia narro un proceso en el que recupero mi esencia animal, sin condicionantes sociales. Así me sentí durante esos meses y así trato de reflejarlo en el texto.

I. Me costó bastante dar contigo, te escondes tras seudónimos y barba, ¿es una manera de mantenerte aislado del fenómeno literario o tiene otra razón de ser?
PI. De mayor me gustaría vivir en un universo 1.0., pero ya no sé si hay vuelta atrás. Una parte de mí lleva mal lo que la hiperconectividad tecnológica pero hay otra que no. Lo de los pseudónimos es una manera de mitigar un poco el exhibicionismo al que te obligan las redes, algo en lo que es fácil caer. Lo de la barba es porque no me afeito. Y lo del fenómeno literario es peligroso: se corre el peligro de acabar enganchado a las redes, tener muchos seguidores virtuales, ser el rey de los 'me gusta', salir en los medios, que te rían las gracias pero no conseguir más lectores para el libro, cuando ese era el objetivo por el que iniciaste esto. Y encima perder capacidad de concentración para seguir escribiendo.
I. ¿Tienes algún método? ¿Y manías? ¿Cómo te preparas para escribir?
PI. Escribo cuando puedo, normalmente de madrugada es el mejor momento. Necesito de un aislamiento total para profundizar en las historias y sus personajes. ¿Manías? Voy a fijarme a partir de ahora. Silencio absoluto, eso sí.
I.¿ Inspiración o perseverancia?
PI. Trabajo. Escribir es un trabajo. Muchas horas, muchas relecturas, muchos retoques, muchas dudas del por qué te embarcarse en esto. Y todo sin saber si alguien te hará caso, si alguien te lo publicará, si alguien te leerá. Lo de la inspiración será para los genios. El resto somos obreros juntaletras.

I. ¿Cuál fue el primer libro que recuerdas haber leído y que te haya dejado huella?
PI. El primero sería alguno de Julio Verne, de pequeño me flipaban esas aventuras. De las lecturas en la época del instituto La invención de Morel, de Bioy Casares. Después recuerdo como lectura enriquecedora de juventud La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera.
I. ¿Qué estás leyendo ahora?
PI. Sin ti no hay nosotros, de Susi Kim, una autora estadounidense de origen surcoreano que residió varios meses en Pyongyang dando clases de inglés a hijos de la élite norcoreana. Me interesa mucho toda información que llega Corea del Norte, aunque siempre sea inevitablemente sesgada.
I. Nos recomiendas un libro?
PI. El antropólogo inocente de Nigel Barley es mi libro de cabecera, cuando lo leí pensé: «joder, este es el libro que me gustaría haber escrito». O Los de abajo, del mexicano Mariano Azuela. Luego haré como es habitual en los círculos literarios: recomendar a los amigos. Léanse La pasión del hijo apático de Héctor Arnau. Un libro para reconciliarse con la poesía. Y ya puestos, pues Cosmotheoros,  publicado por los Jekyll&Jill, una oda a las notas al pie, una joya en todos los sentidos.


PI. PD: Solo añadir que te agradezco el tiempo e interés dedicado a Tantas mentiras. Impulso para seguir persistiendo.
I. Gracias a ti por concederme este ratito de tus letras para La Odisea :D

¿Quieres leer más? http://www.laodiseadelcuentista.blogspot.com 

Isabel del Río

Diciembre 2015

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