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miércoles, 30 de noviembre de 2016

Reseña de "Dentro del Laberinto" de A.C.H. Smith


TÍTULO: Dentro del Laberinto
AUTOR: A.C.H. Smith / The Jim Henson Company
TRADUCTOR: Noemí Risco Mateo
EDITORIAL: Nocturna Ediciones

SINOPSIS
Una noche, Sarah, una adolescente de carácter fantasioso, se ve obligada a quedarse en casa cuidando a Toby, su hermano pequeño. Cuando sus padres se marchan a una fiesta, harta de oír llorar al niño, Sarah recita unos versos de su libro favorito, Dentro del laberinto, y ordena a los goblins que se lleven a su hermano. Al momento, unas extrañas criaturas aparecen y se esfuman con Toby. Poco después, un hombre misterioso y atractivo surge de la nada y se presenta como Jareth, el rey de los goblins, para a continuación sugerirle a Sarah que se olvide del niño. Arrepentida de lo que ha hecho, Sarah le pide que le devuelva a Toby, pero el rey se niega. Entonces él le propone un trato:
«Tienes trece horas para atravesar el laberinto y encontrar a tu hermano. De lo contrario, se convertirá en uno de nosotros».
Y el tiempo apremia...
Una novela con tintes de Alicia en el país de las maravillas El mago de Oz, por la que desfilan extrañas criaturas, bailes de máscaras y, por encima de todo, interminables laberintos.

OPINIÓN
Hoy quiero hablaros de una de esas historias que nos marcan desde pequeños y son parte de nosotros, de nuestro imaginario, forjando nuestro carácter y forma de ver el mundo. 
“Tienes que hacer las preguntas correctas si quieres llegar a alguna parte en el Laberinto”.
Siempre que doy charlas sobre motivación lectora y la importancia de la lectura en la infancia y la juventud, resalto el poder de las historias para crear personalidades fuertes, resilientes y con valores sólidos. Además, la lectura en la infancia potencia los vínculos afectivos y ayuda a crear distintos tipos de inteligencia en el niño. En la adolescencia este papel se multiplica, puesto que, además de lo antes mencionado, la lectura es una vía de escape estupenda en una edad en que todo parece estar en contra nuestro y donde las emociones son como bombas a punto de detonar. Y es justo en este momento, la fase de la infancia a la adolescencia, donde tiene más fuerza la obra de Henson y Smith.
“Por increíbles peligros e innumerables fatigas, me he abierto camino hasta el castillo más allá de la Ciudad de los Goblins para recuperar al niño que me has robado. Porque mi voluntad es tan fuerte como la tuya… y mi reino igual de grande”.
Dentro del Laberinto y sus personajes me han acompañado desde niña. Primero llegaron a mí por la película, Labirinth, protagonizada por David Bowie (en el papel de Jareth) y Jennifer Connelly (como Sarah), así como un montón de puppets de los estudios de Jim Henson que hacían las delicias de cualquier niño. Me enamoré perdidamente de Jareth, quería acompañar a Sarah en su aventura, y ser parte de la compañía formada por Ludo, Sir Didymus y Hoggle.
“Al principio no podía creérselo. Cuando el sol se elevó más y se reveló ante ella, bajó los hombros y perdió la sonrisa. (…) Desde el pie de la ladera donde estaba sentada, hasta el castillo y más allá, y hasta donde alcanzaba la vista a ambos lados, se extendía un intrincado e inmenso laberinto de muros y setos”.
En mi mente infantil, todos esos personajes crearon arquetipos que, después, repetiría en mis propias historias y buscaría en el mundo real. Y sus valores, de amistad, compañerismo, valor y resolución, me acompañaron siempre, hasta hacer de mí una verdadera cabezota. También ha estado conmigo siempre ese doble rostro que representan Sarah y Jareth, ese amor-odio que no deja de ser la personificación de lo que no queremos saber de nosotros mismos.
“Su mareo cesó en cuanto empezó a dar vueltas por el salón en los brazos de Jareth. Era la mujer más encantadora del baile. Lo supo por cómo Jareth la sonreía. Toda su atención estaba centrada en ella. El roce de sus manos sobre su cuerpo era sensacional. Bailar con él parecía el movimiento más sencillo y natural. Pero cuando le dijo que era preciosa, se sintió confundida”.
Más adelante llegó a mis manos el libro. En él descubrimos facetas mucho más íntimas de los personajes y vemos, como en la Alicia de Carrol, una Sarah que evoluciona y cambia a lo largo de la historia, descubriendo cosas de sí misma que el lector puede llegar a entrever, pues muchas ideas quedan en el aire sin llegar a concretar, insinuadas. Creo que esa es una de las cualidades de esta historia, que está abierta a múltiples interpretaciones.
“Sarah se armó de valor para acercarse más. Notó el cálido aliento en su cara al colocarse junto a la bestia y se inclinó para ponerse bocabajo y mirarla bien. Lo que vio la sorprendió. La enorme boca que parecía tan tétrica, con las comisuras hacia abajo, en realidad había estado, por supuesto, sonriéndole dulcemente”.
Como he mencionado, Dentro del Laberintobebe de Alicia en el País de las Marvillas, pero también de El Mago
de Oz y, en especial, de la obra de Maurice Sandak —autor de Donde Viven los Monstruos— en concreto de Al otro lado, cuento en el que una niña pasa por toda clase de peligros para rescatar a su hermana, raptada por los duendes. Tanto en la novela como en la película, podemos ver referencias a todas estas obras y sus autores, e incluso una nota de Jim Henson, quien asegura quedar en deuda con Sendak.
“Sólo témeme, ámame y yo… yo seré tu esclavo”.
Antes hablaba de la doble personalidad, de aquello que nos ocultamos a nosotros mismos, de las pulsiones más oscuras, y ese es Jareth, la personalidad salvaje de Sarah, esa parte que adora el teatro y que vive en un mundo de fantasía más allá de las leyes físicas.
“El cuerpo de Sarah se balanceaba de forma hipnótica al compás de la música. Ella era la música y el baile. Estaba dentro de la burbuja, bailando, vestida con un traje de fiesta. Encantada y encantadora, bailaba lentamente por el cielo en compañía de otras bailarinas. (…) Se estaban acercando a una gran burbuja (…) donde Jareth ya estaba bailando”.
Sarah es una joven caprichosa y prepotente que idolatra a su madre y odia a su madrastra. Podemos verlo al inicio de la historia, cuando no deja de decir que “No es justo” ante todo lo que le sucede, sin detenerse a pensar en lo que les pueda ocurrir a los demás. Lo cierto es que Sarah no ha aceptado la separación de sus padres y ha preferido crear su propio cuento de hadas antes que enfrentar lo que realmente ha sucedido. De esta manera ella es la princesa castigada; su padre el rey benevolente que ha olvidado a su hija en pos de su nueva esposa; su madre y su nuevo novio son el ideal inalcanzable; su madrastra es vista como una mujer exigente que se aprovecha de ella; y su hermano, Toby, como un pequeño monstruo que le roba la libertad. El lector no lo ve así, pero puede percibir la rabia de Sarah en cada una de sus palabras y ademanes.
Jareth es el rey de los goblins. Un hombre astuto y carismático que vive aburrido rodeado de sus súbditos, antiguos niños que, una vez raptados, se convirtieron en goblins, pero los cuales no tienen demasiado cerebro. Jareth ve en Toby la posibilidad de escapar de esa vida anodina, y en Sarah, aquella rival y compañera que no puede quedarse a su lado porque es demasiado mayor para convertirla en goblin, y demasiado joven para que reine junto a él.
“Nadie lo había logrado y muy pocos habían llegado tan lejos como aquella niña inquietante, que era demasiado mayor para convertirla en un goblin. Jareth contempló su cara en el cristal. Era demasiado mayor para ser un goblin, pero demasiado joven para quedársela él. ¡Malditos ojos inocentes!”.
No se trata de una historia de amor propiamente dicha, aunque contenga algunas de sus características y tensiones, sino un recorrido evolutivo, una aventura en la que Sarah descubrirá cómo es en realidad su vida, cómo es ella y su otro rostro, y lo más importante, cómo quiere ser. 
“(…) encontrarás lo que buscas sólo si permaneces en tu sueño. Una vez lo abandones, estarás a merced de los sueños de otras personas. Harán de ti lo que quieran que seas. Olvídalos, Sarah. Confía en tu sueño”.
La historia de Dentro del Laberinto describe el oscuro paso entre la infancia y la adolescencia, sus emociones y deseos explosivos, y especialmente la pérdida de la inocencia. Porque ¿qué es el laberinto, más que la mente de Sarah, y los intrincados juegos de Jareth para que no llegue al castillo, sino su propia mente infantil, que no desea crecer ni enfrentar la realidad?
“No puedes mirar por dónde vas si no sabes adónde vas”.
SPOILER El final siempre me ha hecho llorar. Muchos pensarán que es porque Sarah vuelve al mundo real y deja a sus amigos al otro lado del espejo —aunque les pida que estén allí por si les necesita—, pero en realidad es por la partida de Jareth, convertido en lechuza, repudiado por Sarah, quien ya no le necesita y ha decidido dar carpetazo a ese lado fantasioso y alocado de su personalidad. 
“Sarah… cuidado. Hasta ahora he sido generoso, pero puedo ser cruel. (…) He hecho todo lo que tú has querido. Pediste que me llevara al niño y me lo llevé. Te encogiste ante mí y yo me mostré aterrador. He cambiado el orden del tiempo. He vuelto el mundo del revés. Y todo lo he hecho por ti. Estoy agotado de vivir según lo que tú esperabas de mí”.
Más allá de su lado psicológico, es una novela de aventuras y amistad, con paisajes y personajes divertidos y entrañables, y unos diálogos de los que disfrutarán tanto pequeños como mayores.
Recomendada para todas las edades. Como lectura en casa y en el instituto. Para todos aquellos que quieran vivir una aventura. Para quienes no tengan miedo de volver a ser niños, pero tampoco de crecer.

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Isabel del Río

Agosto 2016

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Reseña de "El pequeño jardinero" de Emily Hughes


TÍTULO: El pequeño jardinero
AUTOR: Emily Hughes
TRADUCCIÓN: Susana Rodríguez Álvarez
EDITORIAL: Impedimenta

SINOPSIS
«Este era el jardín. No parecía gran cosa, pero para su jardinero lo era todo.» Así empieza El pequeño jardinero, una pequeña historia repleta de grandes emociones. Emily Hughes, la autora de Salvaje, Premi Llibreter al Mejor Libro Ilustrado 2015, vuelve a deleitarnos con la conmovedora historia de un muchacho apenas más grande que su mascota que se siente incapaz de afrontar el trabajo que supone cuidar de su exuberante jardín. Hasta que un día decide pedir ayuda. Una delicada fábula sobre la perseverancia, el entusiasmo y la fuerza del amor que hará las delicias de los más pequeños y enternecerá los corazones de los mayores.
Las vibrantes ilustraciones de Emily Hughes colman de vida ese pequeño jardín llenándolo de matices y de impresionantes colores, hasta el punto de lograr que queramos perdernos entre sus maravillosas plantas y sus hermosas flores.

OPINIÓN
Para lograr nuestros sueños no podemos quedarnos quietos, hay que luchar y poner todo nuestro empeño, pero en ocasiones necesitamos un poco de ayuda y es bueno saber aceptarlo, pedirla cuando la precisamos y permitir a los demás poner de su propia cosecha en nuestros proyectos. 
El pequeño jardinero es un cuento ilustrado para todas las edades donde descubrimos que a veces no podemos con todo y que no pasa nada por recuperar fuerzas mientras otros te echan una mano. 
Una historia preciosa con unas ilustraciones y una edición que dan ganas de enmarcar. Obra de la autora de Salvaje, con este segundo cuento deja bien alto el listón.
La editorial Impedimenta da así sus primeros pasos en el mundo de los ilustrados y deja claro que nos va a dejar sin palabras con sus elecciones en cuanto a historias y diseño.
Gracias a Enrique Redel por este hermoso relato lleno de sentimiento, sonrisas y primavera.
Recomendado para todos los públicos, ideal para educar las emociones y como golosina visual.


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Isabel del Río
Abril 2016
  

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Entrevista a Pilar Adón


Pilar Adón nació en Madrid en 1971. Estudió Derecho en la universidad Complutense de Madrid. Ha publicado las novelas Las efímeras(Galaxia Gutenberg, 2015), considerada por la crítica una de las mejores obras del año, y Las hijas de Sara (Alianza, 2003), así como los libros de relatos El mes más cruel (Impedimenta, 2010) y Viajes Inocentes (Páginas de Espuma, 2005), por el que obtuvo el Premio Ojo Crítico de Narrativa. Ha sido incluida en diversos volúmenes de relato y de poesía, y ha publicado los poemarios Mente animal (La Bella Varsovia,2014) y La hija del cazador (La Bella Varsovia, 2011). Ha traducido obras de Henry James, Edith Wharton, Penelope Fitzgerald y John Fowles, entre otros.

ENTREVISTA
IDR. ¿Cuáles fueron tus inicios en el mundo de los libros y quién te empujó a él?
PA. No creo que hubiera una persona en concreto que me impulsara. En parte, supongo que podría hablar de mi madre porque los libros que yo devoraba de pequeña eran suyos. Los que tenía en casa. Cumbres borrascosasJane EyreSinuhé, el egipcioRebeca… Leí prácticamente todo lo que tenía en las estanterías. Hasta lo que se suponía que una niña no debía leer. Nunca quise trabajar con nadie ni tener que depender de nadie en mi trabajo. No me gusta trabajar en grupo, y cuando me planteé qué quería hacer en la vida, decidí que sería fotógrafa, intérprete de piano o escritora. Eran actividades que (creía yo) no requerían de los demás para su ejecución. En cualquier caso, lo que tenía más a mano era papel y bolígrafo, y como ya era una lectora constante, creo que la consecuencia natural fue que empezara a escribir.
IDR. ¿Cuál es el primer libro que recuerdas que te marcara especialmente?
PA. La primera novela “adulta” que recuerdo haber leído de manera consciente fue Primer amor, de Turgueniev. Es el primer libro que entiendo como mío y lo guardo como parte esencial de mi biblioteca. Lo leí de vacaciones, en verano, y llegué a él porque lo regalaban con un tebeo. Era de la colección Todolibro de Bruguera. Y me fascinó absolutamente.
IDR. ¿Cuándo empezaste a escribir y por qué?
PA. Siempre quise salir del lugar en que vivía y de mí misma, y al principio lo más sencillo para conseguirlo era leer y más tarde escribir, que vino como consecuencia natural de leer. Siendo muy pequeña escribía a mano y reescribía sin cesar, convencida de que alguien leería en algún momento lo que escribía y, por tanto, los folios debían estar en las mejores condiciones. Por entonces corregía y reescribía procurando que la letra fuera legible, más preocupada por eso que por cualquier otra cosa.



IDR. Ya tienes unas cuantas obras en tu haber, y todas ellas han sido reconocidas por la crítica. ¿Cómo es parir un nuevo libro? ¿Tienes unas expectativas concretas puestas en él?
PA. Lo que más me atrae de un libro es la ambientación. La forma. Plantear las circunstancias en que se encuentran los personajes, situarlos y dejarlos en su contexto. Diseñar y definir su hábitat. Y hecho esto, me interesa seguir haciéndolo. Quiero decir que generalmente me interesan poco las novelas de acontecimientos externos porque me gustan más los internos. Mostrar un estado de ánimo que va a determinar la vida del personaje. Además, creo que es ese estado de ánimo lo que perdura con el tiempo en la memoria del lector. Para mí iniciar un nuevo libro es elaborar todo esto y las expectativas son siempre las mismas: llevar a los personajes y al lector que más tarde los va a acompañar durante la lectura a una situación casi de interdependencia en la que ambos se mueven por territorios densos e hipnóticos pero poco fiables.
IDR. Has publicado en distintas editoriales, novela y antología, ¿qué tal es trabajar con Galaxia Gutenberg?
PA. Ha sido muy buena experiencia. Era la editorial que yo quería para Las efímeras y fue magnífico saber que Joan Tarrida la quería para su catálogo. Para mí es una de las editoriales literarias más interesantes de la actualidad, con un criterio muy sólido. 
IDR. "Las Efímeras" es una novela compleja y dura, que remueve cimientos e invita a segundas lecturas. ¿Cómo está reaccionando el público?
PA. Los encuentros con los lectores durante una presentación o durante las charlas que se establecen en los clubes de lectura son sorprendentes y únicos. Cada lector es individual y exclusivo, eso es evidente, pero además de la individualidad de cada lector entra en juego la especificidad de cada grupo de lectura, así que las reacciones son muy diversas. A veces me han sorprendido con interpretaciones que han ido mucho más lejos de lo que yo pretendía al escribir la novela o al trazar el carácter de los personajes. Algunos lectores me han admirado con conclusiones impresionantes, como las que ha suscitado el personaje de Anita, a la que se ha visto como símbolo de la situación política actual de distanciamiento de las verdaderas necesidades de los gobernados, centrándose únicamente en los deseos de aislamiento y satisfacción de las necesidades de los dirigentes. Esa no era mi intención, pero no podemos negar que vivimos en el mundo en que vivimos, por mucho que mi escritura pretenda ser exclusivamente literaria.
IDR. En la novela atacas al lector con múltiples tabús, en un ambiente verde y asfixiante que no permite réplica, sin saber muy bien qué es más condenable o si, en realidad, existe el bien y el mal. ¿Qué tratabas de provocar?
PA. Me planteé la comunidad de la Ruche como el lugar perfecto en el que vivir, con personajes que deseasen estar ahí, que respetasen los deseos de los demás, que no ambicionaran lo que no era suyo y que permitiesen el desarrollo de las capacidades de los demás sin interferencias. No son vecinos bienintencionados que creen que deben inmiscuirse en la vida de los demás. No hay “vecinos” en la Ruche ya que la comunidad parte de una idea de autosuficiencia, de autoabastecimiento, de independencia y autonomía personales. En un tiempo, la Ruche llegó a ser una comunidad de artistas. El lugar perfecto en la naturaleza en el que poder leer, escribir, caminar, contemplar, reflexionar… Pero es la propia presencia de los seres que ambicionaban tener todo eso lo que llega a destrozar su carácter idílico. Su mera existencia hace que el lugar deje de ser lo que ellos querían que fuera. Son ellos los que lo pervierten, con su comportamiento.
IDR. Esta es una novela coral en la que, a través de los pensamientos y emociones de los personajes, nos adentramos en la historia de La Ruche y de la relación entre sus habitantes, en especial de las hermanas Oliver, el linaje de "curanderos" y los de La Casa. ¿Por qué tantas voces? ¿Y por qué tanta ofuscación?
PA. Me gusta que los personajes tengan conversaciones consigo mismos, que creo que es precisamente en lo que consiste el pensamiento, y esa multiplicidad de voces a la que te refieres viene de ahí. Junto a los diálogos que mantienen entre ellos, externos, oímos los planteamientos, los reproches, las instrucciones y las lecciones que se dan a sí mismos. Es su forma de sobrevivir en medio de su aislamiento, de mantener la cordura y la coherencia aunque sea una coherencia marcada por sus peculiares circunstancias. Necesitan explicarse el mundo que les rodea como nos pasa a todos.
IDR. La locura es parte del ambiente y de todos los personajes. Todos sufren su propio mal y egoísmo, todos comenten faltas, pero ¿cuál sería para ti el peor de todos?
PA. Es difícil elegir. No son personajes monolíticos. Muestran múltiples caras y aunque puedan parecer inflexibles, todos exhiben en algún momento su faceta más vulnerable y desprotegida. En cualquier caso, si me pides que elija, diría que para mí lo es la hermana pequeña de las Oliver, Violeta. Muchos lectores me han comentado que es el único personaje capaz de mostrar un poco de humanidad, el más comprensivo, pero para mí es el personaje que actúa por la espalda, con engaños, sin mostrar sus cartas. Consigue que Denis, que es el hombre que vive en las afueras de la comunidad, el excluido forzoso, el ser más aislado en el seno del aislamiento feroz en el que viven todos, obedezca y lleve a cabo sus planes. Es el personaje más maquiavélico. El que actúa en la sombra. A los otros se les ve venir, pero a ella no.

IDR. ¿Qué opinas de lo que se lee y publica actualmente? ¿Crees que se lee suficiente? ¿Crees que se lee con criterio?
PA. Creo que estamos en un excelente momento editorial, con títulos en las librerías que son de una calidad altísima. Es muy difícil entrar en una librería y no querer llevarse gran parte de los libros expuestos. Hay una muy sana competencia entre las editoriales, que saben que los lectores reclaman buenas obras con buenas ediciones y buenas traducciones. Los que leen leen mucho, compran mucho, devoran libros y los atesoran y los valoran, pero luego, por otro lado, hay una gran cantidad de personas que no leen porque no le ven el interés, no se sienten atraídos por los libros y, además, no tienen el menor inconveniente en decirlo. Hace ya bastantes años, cuando mucha gente en este país no sabía leer y la cultura no estaba al alcance de todos, como sí sucede ahora, era una desgracia que la gente no leyera. Casi todo el mundo quería hacerlo pero no todo el mundo podía. Ahora, cuando es sencillo acudir a una biblioteca, cuando es sencillo formarse una opinión gracias a la lectura, desarrollar la imaginación, trasladarse a otros lugares, muchísima gente no quiere hacerlo. Me parece un proceso curioso. Bastante peculiar. Y para mí incomprensible. Parece que hemos olvidado lo importante que es aprender, saber, tener la capacidad de defenderse en cualquier situación, poder responder. La lectura entretiene, enriquece, hace pensar. Consigue que la realidad, muchas veces demasiado plana, muestre su lado oculto. Provoca reacciones, sentimientos. Nos ayuda a descubrir algo que había en nosotros y que quizá no lográbamos concretar en palabras. Nos anima a pensar y a ver más allá de lo evidente.
IDR. ¿Algún proyecto del que puedas hablarnos?
PA. Estoy intentando dar forma a una nueva novela. Dando los primeros pasos ya que con cada nuevo libro comenzamos a dar los primeros pasos de nuevo. También estoy escribiendo poesía.


IDR. ¿Qué estás leyendo ahora?
PA. Acabo de terminar Las torres de Trebisonda, de Rose Macaulay, y he empezado La tierra de los abetos puntiagudos, de Sarah Orne Jewett.
IDR. ¿Nos recomiendas algún título?
PA. Siempre recomiendo Orlando, de Virginia Woolf. También te puedo recomendar, más actuales, a Cynthia Ozick, Marilynne Robinson, Marta Sanz y Sara Mesa.

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Isabel del Río

Abril 2016

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Reseña de "Las Efímeras" de Pilar Adón


TÍTULO: Las Efímeras
AUTOR: Pilar Adón
EDITORIAL: Galaxia Gutenberg

SINOPSIS
Dora y Violeta Oliver, dos hermanas que mantienen una ambigua relación, viven aisladas en una casa situada a las afueras de una comunidad. Sus miembros se han ido reuniendo en el lugar en torno a una gran casa que semeja la forma de una colmena, en busca de un estilo de vida marcado por el retiro y la autosuficiencia, por la coherencia y la introspección. Hasta que un día, una de las hermanas Oliver comienza un acercamiento hacia el tímido Denis, un muchacho perseguido por un turbio pasado que se remonta varias generaciones atrás, y desaparece. 
En ese espacio aislado, dominado por una naturaleza omnipresente que también establece sus propias normas, una mujer, Anita, es la encargada de conservar el equilibrio y la normalidad, al menos de modo aparente.
Así, entre insectos, tierra y una densa masa de vegetación, todo parece mantenerse bajo una pacífica cotidianidad. Un modo de vida idílico que se convertirá para algunos en una opresiva trampa. 
Las efímeras es una novela sobre la dominación, la dependencia y el deseo de acaparar y controlar la vida de los seres cercanos. Todo ello sumergido en una naturaleza invasiva, asfixiante, de la que es muy difícil escapar.


OPINIÓN
"La primera vez que lo vio pensó que estaba muerto".
Existen novelas que te remueven y te hacen dar vueltas a frases y pasajes enteros, como si encerrasen un mensaje arcaico difícil de expresar tras los movimientos de sus protagonistas, de sus pensamientos y geografía emocional.
"Ella prescindía allí de la noción del espacio y del tiempo. Allí podía transformarse en una materia casi blanda, moldeable. Había hallado un sitio en el que esconderse y en el que no querría que la encontraran jamás (...)".
Pilar Adón nos ofrece con La Efímeras una de esas historias que van más allá de la trama, del ambiente y los roles. 
"En este paisaje están todos los paisajes; en este minuto, todos los minutos".
Dos hermanas condenadas a vivir juntas, solas, en el límite que separa el mundo humano del animal. Un linaje de hombres capaces de recuperar y salvaguardar la vida, repudiados y excluidos del edén. Una mujer con tanto poder que prefiere esconderse tras biología estéril. Y un hombre en busca del lugar donde permanecer, donde Ser y envejecer. 
"(...) pertenecían al grupo de los serios. Al grupo que creía fundamental negar lo superfluo. Rechaza lo innecesario porque lo innecesario sólo llevaba al desgaste de la voluntad y a que se instalase en la vida cotidiana lo trivial como si se tratara de algo normal. A que se degradase el deseo de generar realidades nuevas".
El amor, la necesidad y la locura hilando la madeja que teje el verde bosque que rodea una casa: La Rousche. Una historia que converge en muchas vidas salvajes, ordenadas y alienadas. 
"Su padre solía decir que el ser humano no era más que una bestia condenada a pensar".
¿Hasta dónde llegamos amar? ¿Cuánto podemos perdonar? ¿Qué somos capaces de soportar? ¿Cuál es el límite entre el control y el horror?
"No había nada de placentero no de heroico en abatir una pieza tan sencilla, un reptil que se había detenido en el mismo sitio, lento y torpe, sin ser consciente de que debía huir de una mujer que llevaba una azada entre las manos para partirlo en dos con la afilada pieza de hierro surcada de barro y múltiples arañazos plateados (...)".
La naturaleza como jardín y oasis, pero también como algo caprichoso, iracundo y con una racionalidad sin empatía. 

"A veces, dos personas que no se conocen de nada pueden tener las mismas impresiones, moverse por estímulos idénticos, lamentarse y arrepentirse de lo mismo, formarse juicios similares y presentir exactamente los mismos hechos venideros. Y no saberlo".
Dora, Violeta, Tom, Anita y Denis son los personajes que dan voz con sus pensamientos, descripciones y torturas a un mundo húmedo y frío en el que se anhelan las caricias, en que abandonarse a la compasión no es una opción, en que el hedor de la muerte es parte del bosque.
"La primera vez que puso en práctica su don de manera consciente, su madre le dijo: “Es inútil tratar de evitarlo. Ya lo has hecho. (...) no se lo cuentes a nadie. A nadie. O te convertirás en un monstruo'".
No apta para aquellos que busquen lecturas sencillas. Recomendada para los que gusten de historias que dejan huella y te hacen pensar, de ésas que no te dejan indiferente.
"No sabían que debían esconderse y protegerse, y lo que hicieron, en cambio, fue mirar de frente a sus asesinos sin poder imaginar que lo eran".

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Isabel del Río
Abril 2016